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domingo, 24 de abril de 2011

Y quizá darte las gracias, no sea suficiente.

Pensaba en lo tristes que son algunos días. En esas amargas mañanas, en las que quisieras no haberte despertado, en las que desearías que el mundo se detubiese, por un ratitio, y descansar. Pero que es jodidamente imposible, y es entonces cuando decides recortar ese día del calendario, pero llega alguien, con un plan genial, alg oque no trata de llorar. Y quizá al principio, tus espectativas no llegan muy lejos, y puede ser que tu objetivo no sea más que los minutos pasen lo más rapido posible. Pero la cosa cambia a medida que pasan las horas con la única persona que ha decidio pasar contigo ese día. Comiendo charlando, riendo, posando, bebiendo, masajeando, y todas cosas sin mayor importancia, que inexplicablemente te han hecho olvidar que ese dia habia amanecido de una forma oscura. Y ahora, supongo que no hacen falta ni miles de joyas, ni la mejor mansión, ni los zapatos más bonitos... para sentirte feliz. Y es ciertoque hacer el mongolo, reir, saltar, y bailar, no hacen que las cosas vayan mejor, que se te olviden los problemas, y que todo vuelva a estar bien, pero si ayuda a que todo lo malo carezca de importancia, y darsela a quien realmente se la merece, la amiga que te acompaña en cada caida, y rendimiento, la que te ayuda a sonreir, la que te ve llorar, y en vez de pregutnar, te abraza. La que hace, sin miramientos, que lo feo, y amargo, sea estupidamente perfecto.

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